8 de agosto de 2010

Las tres mitades de Ino moxo: todo es merecimiento

Pablo Amaringo - "Pabaya"


".... Eso es todo, y es nada, ya te dije. Cuando se sabe llamar al ayawaskha, es fácil todo imposible. No hay error, no hay milagro. Hay lo que merecemos conocer y lo que merecemos ignorar. eso es lo que los urus* ignoraron en su sabiduría. Todo es merecimiento. Cada dolencia, cada enfermedad, viene al mundo detrás de su remedio. Lo que pasa es que hay cuerpos que merecen ser uno con sus ánimas, limpios hasta que ni se noten sus junturas, y hay otros que merecen el desequilibrio constante, siempre huérfanos de algo, viudos, solteros de algo, metidos en sí mismos como en una cueva dentro de otra cueva. Como ciegos que fueran tuertos además de ser ciegos. Incapaces de darle nada al mundo, sin jamás aprender que las ánimas se alimentan de ofrendarse, y que son más conforme más se entregan, y conforme más dan, poseen más. Y no da el que da de lo que tiene. Da únicamente el que da de sí mismo, el que da de su vida en la tierra de esta vida. Sí, amigo Soriano, de dar alimento es que se alimentan las ánimas. Y la ceniza se vuelve agua cuando un sediento la besa. Pero hay quienes lo ignoran ignorándose, ni lo afirman ni lo niegan, no merecen ser cuerpos tales cuerpos, ocupan un vacío en este mundo, en las infinitas existencias del mundo, y por eso les falta siempre todo, algo de aire, un menosmás de tierra, su ánima en desacuerdo, inservible, su carne en desacuerdo..."Estas son algunas de las palabras-enseñanzas que Ino Moxo, voz de la sabiduría de la selva amazónica, deja a César Calvo y que escuchamos en su libro Las Tres Mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía.  Además de su impactante belleza, nacida de la vocación poética del autor pero sobre todo convocada por los mundos dentro de mundos del ayawaska, estas palabras transmiten una valiosa visión sobre el tiempo del humano en el mundo, nos recuerdan que nos completamos en los otros y que nada está dado de por sí, hay que merecerlo.

Esta perspectiva parece extraña en la cultura en que vivimos, aunque cualquiera pueda reconocer e intuir en la belleza de estas frases algo verdadero. La cultura occidental, y en particular su actual versión neoliberal, está basada en vernos como individuos; como terminales de un proceso que empieza en la sociedad pero concluye inevitablemente en cada uno de nosotros, donde la sociedad es por tanto el campo de interrelación resultante de las existencias individuales, una especie de mosaico en que el equilibrio se alcanza a través de la satisfacción de las aspiraciones de cada cual. En una concepción así  no cabe la idea del merecimiento como es mostrada en este inmenso libro, patrimonio de la voz profunda de América. En la vida contemporánea más bien se impone una justificación o regodeo en la actitud predatoria que la caracteriza.

La moralidad judeo-cristiana ha permeado toda la civilización europea y la cultura americana posterior a la conquista con la culpa que resulta de la doctrina religiosa del pecado original. Esta culpa, sin embargo, no parece un darse cuenta en tanto no involucra paso alguno hacia su expiación. La idea de nacer pecadores significa que somos incapaces de alcanzar la plenitud de la existencia y que alguien o algo deberá asumir esa tarea. Se ha transformado en una proyección y traslación de la responsabilidad fuera de los marcos de acción de la persona, en el ámbito religioso por ejemplo, hacia la propia figura de Jesús, quien al morir en la cruz por nuestros pecados, nos exime del trabajo que nos tocaría realizar para expiarlos. En consecuencia, esa "expiación" es en realidad una transferencia de responsabilidad a otros y hacia las instituciones sociales.

Otra forma aparentemente distinta de eludir la responsabilidad de ser y existir en el mundo parece ser, psicológicamente hablando, una reacción contra esta culpa anquilosada, que se manifiesta en concepciones estilo nueva era según las cuales solo por el hecho de existir merecemos alcanzar la mayor elevación espiritual: algo así como “ya lo tenemos todo, falta solo darse cuenta”. Este tipo de pensamiento es el que está detrás de fenómenos mediáticos como “El Secreto” y sin duda tiene una tremenda influencia en el imaginario colectivo. Aparece siempre en contextos de supuestas canalizaciones angélicas o servicios magnéticos intergalácticos o cosas por el estilo.** En ninguno de los dos casos, ni en la transferencia de la responsabilidad ni en el merecimiento a priori sin esfuerzo que consiste solo en visualizar positivamente lo que queremos ver realizado, hay implicado un trabajo propio.

La doctrina del merecimiento era un pilar fundamental de muchos pueblos en las culturas que se desarrollaron en el continente americano antes de la llegada de los colonizadores. En el fragmento que se reproduce al inicio, el merecimiento es una idea central y aparece en el contexto del uso de plantas alucinógenas -la ayawasca en este caso- con fines curativos. No se trata de una idea moralista o de una disposición religiosa, sino de una realidad energética: "hay lo que merecemos conocer y lo que merecemos ignorar". Cuando el brujo, o shirimpiare, consume el ayahusca, obedece lo que esta dice y lo que esta dice es lo que el paciente merece. Entonces el shirimpiare sigue el mandato, acepta lo que el ayawasca le ha revelado. Sigue diciendo Ino Moxo:
"...El oni xuma (ayawaskha) sabe desmezclarlos. Para eso es filo de piedra plana, es herida y cuchillo y es punta de la primera flecha de la última costilla, y es aguja que cose o que desgarra. Sabe apartar los cuerpos de sus ánimas y sabe retornarlos. Sabe quién sí, quien no, es digno de esta vida, o es digno de las otras, o es digno de ninguna. Yo obedezco apenas. Sin la luz negra del oni xuma ni siquiera ignorante es lo que soy. Ni siquiera me equivoco, acierto al revés, que es distintísimo, el ayawaskha me convierte en su instrumento más desdichado por lo poderoso. Si es mucho lo que desconozco, lo que no alcanzo a ver, no importa: el ayawaskha sabe. Todo es merecimiento. El ayawaskha ordena, yo obedezco. Si no me ordena nada obedezco igualmente. Y si me ordena posponer la muerte, entonces sí, entonces transformo cualquier daño en recuerdo!...


*Urus. Uros: Miembros de la nación del mismo nombre, hoy totalmente desaparecida, que habitaron la altiplanicie donde persiste el Lago Titicaca. Se dice que ellos fundaron la ciudad del Cusco, que los primeros Reyes Inkas, Manko Kapaq y Mama Oqllo pertenecían a la nación uru. (Tomado del Glosario de Las Tres Mitades de Ino Moxo)
** Algunos ejemplos en estos sitios 1 y 2

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