EVENTOS


Este 26 de julio, con el auspicio del paso cenital del sol por Meshiko Tenochtitlan, se cumplen cuatro años de la creación del Templo de la Serpiente Emplumada. Aunque creado formalmente el 26 de julio de 2006, el Templo se reconoce heredero de una antiquísima tradición. 

La toltequidad es con propiedad la herencia cultural mesoamericana (que puede apreciarse también en la zona del Tahuantinsuyu) caracterizada por la integración de los diversos componentes de la cultura y un cuerpo de enseñanzas destinadas a la realización espiritual entendida como superación de las limitaciones perceptuales y el completamiento del ser humano en su proyección naguálica, a través del acceso a estados alterados de conciencia y del merecimiento por las obras. Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, es el ideal o modelo, la presencia avatárica que la portentosa cultura mesoamericana dejó como herencia al mundo, ejemplo a seguir del camino para trascender la condición humana y acceder al campo de creación infinita del universo, no como dispensación de gracia sino como resultado del esfuerzo, el autosacrificio y el merecimiento.

Sus objetivos básicos son:

  • Rescatar y difundir los valores de la Toltequidad, basados en el cultivo de la percepción, la armonía con la Naturaleza y la búsqueda de la libertad.
  • Promover la fraternidad entre los seres humanos, sin distinción de género, raza, cultura o religión.
  • Promover el desarrollo espiritual, cultural y material del ser humano, según los principios de la Toltequidad, y preparar las condiciones para que se haga realidad el retorno de la Serpiente Emplumada.
Esta manera de asumir la condición de Quetzalcóatl como un potencial de realización accesible a todo ser humano, le da una dimensión verdaderamente liberadora. El Credo del Templo Tolteca es más un modelo práctico que un sistema de creencias. Reinvindica el valor de la experiencia propia por oposición a la creencia que, por su propia naturaleza, no quiere ser verificada. En esto sigue la indicación de los Wewetlatolli (antigua palabra), que identifica al tolteca con aquel que busca la experiencia propia. De esta forma, el bautizado en el Templo de la serpiente emplumada, es aquel que ha elegido seguir una enseñanza de libertad (con centro en la experiencia) y de responsabilidad para convertirse en un masewal, un merecido, aquel que recupera para sí la voluntad de trascender las limitaciones y se responsabiliza por aportar a su entorno y enriquecer su cultura y el mundo a su alrededor, consciente de vivir en una realidad ie energías itnerconectadas e interdependientes; un principio que es enunciado como Unidad Divina.

A diferencia de muchas propuestas religiosas y espirituales de la Tierra -desde las más antiguas hasta las que han aparecido durante los últimos siglos-, la Toltequidad es inclusiva y no discrimina por razones de credo ni de ninguna otra clase.

Otro principio básico en la existencia del templo es que los seres humanos son libres por definición. Dice así: “El ser humano es esencialmente libre y puede expresar su libertad mediante el desarrollo de su conciencia, las obras meritorias y la fusión de su ser con la Conciencia Suprema”. Lo que este punto implica es que las limitaciones a la percepción y la comprensión del universo en que vivimos son una sugestión creada por la cultura, y que es esta sugestión la que nos hace vivir toda una vida preocupados por objetivos de corto alcance sin concebir siquiera la oportunidad de emprender el viaje de la conciencia. Es posible por tanto liberarse de la interpretación de vivir encerrados en un cuerpo físico o de ser un bulto inconciente cuando dormimos. La práctica de un miembro del Templo, su sacramento y su ejemplo es ampliar los límites de la percepción hasta experimentar estados superiores del ser y trascender la forma humana. Es esta posibilidad, y lo que resulta no solo de experimentarla sino de comprometerse con compartirla y estimularla, lo que se entiende como desarrollo y evolución de la conciencia.

Esto no es privativo de la toltequidad tal como se conceptualizó y se practicó en Mesoamérica y el Tahuantinsuyu, pero fue en este contexto que alcanzó su máxima expresión y es útil y necesario que sea actualizada. En seguir esta línea de continuidad, reinvindicada por muchos en los siglos posteriores a la intervención europea en la historia americana, está la posibilidad de reconstruir la identidad continental y darle un carácter verdaderamente emancipador y liberador que revierta la situación colonial actual.


Autora: Hilda Landrove Torres 
 

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